La farmacia Jerez 3 es una pequeña farmacia situada en los bajos de un edificio residencial del barrio madrileño de Chamartín. Su reforma debe lograr la renovación de un local con poca visibilidad, oscuro y desordenado, que se encuentra limitado en su altura libre por los falsos techos que cubren el canto de unas vigas y el paso de las instalaciones comunes del edificio.
El proyecto consiste en un muro curvo definido por un arco de medio punto en planta que divide el espacio en zona pública de venta y exposición y zona de servicio.
El espacio contenido por el lado cóncavo de la curva actúa como figura dominante. Está delimitado en todo su perímetro por las baldas continuas que rodean al visitante y ofrecen la máxima longitud para la exposición del producto. El interior circular convierte al cliente en el centro focal, consiguiendo así una experiencia más dinámica que enriquece las situaciones perceptivas con el contenido en línea con el concepto de marketing farmacéutico actual.
Para acoger al comprador, la zona principal de exposición y venta se abre a la calle mediante dos grandes huecos de vidrio con el escaparate y acceso principal en continuidad con el exterior. El suelo y las paredes que constituyen sus límites se pintan de blanco hasta 2,20m para reforzar el espacio hueco en su interioridad y el resto de color negro, incluido el pilar que irrumpe en el centro. La limitación de la altura libre se resuelve dejando vista las vigas y las instalaciones del edificio que pasan por el local que también se pintan de negro para que pasen desapercibidas.
Los puestos de atención al cliente se individualizan, mediante dos mostradores cilíndricos de madera lacada en blanco, permitiendo una atención personal más directa con el farmacéutico.
El lado convexo de la curva contiene la zona de servicio de la farmacia con un área de clasificación y recepción de los medicamentos junto a la cajonera, un pequeño despacho con un hueco abierto a la zona de venta y un pequeño aseo.
Un paso que se recorta en el muro cilíndrico hasta 2,20m comunica ambas zonas en un lateral para evitar las vistas directas.
El uso de esta geometría elemental simplifica el proceso de construcción y montaje para el que se disponía de pocas semanas en el periodo vacacional de la actividad. Las baldas para la exposición de producto se realizaron en chapón metálico de 6mm con corte laser y acabado lacado al horno en color blanco. La continuidad del material y su escaso espesor transmite una sensación de ligereza.
Por el exterior, la fachada se reviste con bandejas de chapa metálica lacada en negro en las que se recorta la publicidad del establecimiento retroiluminada.
En definitiva, el proyecto hace referencia a esa maravillosa simplicidad que es difícil de representar, de dibujar, de escribir.