La vivienda forma parte de un majestuoso edificio de 1922 con fachada exterior a la calle Sagasta en el distrito centro de Madrid.
Frente a la distribución existente a través de un pasillo, la vivienda se piensa como una sucesión de habitaciones. Los espacios principales despacho-estar-dormitorio se relacionan entre si física y visualmente, creando un eje clásico con perspectivas rectas y oblicuas, que permiten la conexión entre los extremos de la casa sin comprometer el carácter ni la independencia de cada habitación.
Como final de este bello eje de perspectiva, se introduce en el dormitorio principal un muro exento de mármol negro de 2,60 x 2,20m que sirve de cabecero y paso al vestidor y el baño principal. En el extremo opuesto, se dispone una edición del Plano de Madrid de Teixeira de 1656 que se encontraba en la vivienda y que ocupa en sus 20 planchas una superficie de 2,85 x 1,80m. del despacho.
Se restauran puertas y elementos decorativos existentes, reproduciéndolos allí donde faltan, para que estas estancias principales conserven su carácter; zócalos dibujados con molduras de madera, techos con rosetones y cornisas fuertemente decoradas con hojas de acanto y suelos de tarima de madera de pino en espiga con fajeados perimetrales.
La imagen clásica intemporal de la vivienda se refuerza con nuevos materiales como el mármol negro para el cabecero y blanco en los baños y cocina en el mayor formato posible que proporcionan las tablas disponibles de la cantera.
Los armarios del vestidor principal y la cocina se realizan con acabado lacado en negro. La carpintería interior de madera se completa con la realización de las encimeras y muebles de baños en madera de Iroko.
Es una Sagasta ahora, de puro y desnudo aspecto.